jueves, 29 de octubre de 2015

jueves, octubre 29, 2015
Por Joelvin. R. Villarreal. V 
Joelvin R Villarreal V

La desgracia que actualmente padecemos los venezolanos tiene orígenes remotos que datan del imperio romano y sus leyes. Por aquellos siglos, cuando Roma derrota a Cartago en el norte de África, sucede un evento poco conocido que resultará de gran importancia para el pensamiento político y económico del occidente moderno; se trata de las leyes sobre la propiedad del subsuelo, esta surge a raíz del descubrimiento romano de las antiguas costumbres practicadas por las tribus africanas, las cuales enterraban sus bienes de valor a una cuarta por debajo del suelo, de allí que el poder romano decretó que todo lo que se encontrase en el subsuelo le pertenecía al estado.

 El imperio español y sus leyes de indias copiaron este mismo esquema legal por el cual todo lo que hubiese en el subsuelo le pertenecía a la corona, ello además sumado al sistema mercantilista de controles y monopolios estatistas, dieron origen a una sociedad centralmente planificada, vasalla, e incapaz de concebir un ideal de libertad. La España que colonizó América, era un imperio decadente, arruinado tras la expulsión de los árabes, y judíos; era un estado oscurantista del cual heredamos algunas de nuestras actuales y envilecidas prácticas políticas, económicas y sociales.

España nos dejó una herencia estatista en lo político, e intervencionista en lo económico, sin embargo, deseo rescatar lo bueno de la colonización; España nos trajo la civilización, el cristianismo, los valores de la familia, y un sinfín de normas culturales positivas. Lo que deseo expresar con este artículo no es más que un aspecto negativo que nos ayuda a comprender la actualidad, no busco ni deseo juzgar, ni mucho menos condenar, el proceso histórico de colonización, tal como si lo hacen los marxistas. Aclarado el punto, continuaré con el mismo.

Para romper con esta realidad de circunstancias, habría de hacer falta en el mundo hombres visionarios, cuestionadores del sistema, arriesgados, y sobre todo decididos a tomar decisiones y asumir responsabilidades. Uno de estos hombres fue Francisco De Miranda, testigo y accionante al mismo tiempo, de los tres eventos políticos más importantes de la humanidad en el último milenio; me refiero a la Revolución Liberal de los Estados Unidos de Norte América, la Revolución Francesa, y la Revolución Hispanoamericana.

El Generalísimo de Mar y Tierra Don Francisco De Miranda, junto a Don Cristóbal Mendoza y Juan Germán Roscio representan lo mejor de Venezuela para esos tiempos de cambio e independencia. Este trío de hombre de luz rompe con la herencia maldita del estatismo español al redactar la primera Constitución de la República, la cual, otorgaba libertades políticas y económicas plenas a la ciudadanía. Por primera y única vez en la historia Venezuela se transformó en una República Liberal con todas las virtudes y herramientas necesarias para transformarse en una gran potencia mundial.

Pero las conspiraciones internas de intereses mercantilistas arraigados, los cuales no aceptaban competir libremente en este nuevo esquema de política económica, de aquellos que vieron amenazados sus privilegios sociales, de los hombres anclados a la decadencia del pasado, sumadas al oscurantismo religioso no hicieron posible una buena coordinación entre los factores civiles y militares necesaria para la defensa de la primera República, no solo su defensa militar, sino también; su defensa política

Al ser restituida la segunda República de Venezuela, en lugar de restituir el orden constitucional por el cual había nacido en 1811, Bolívar y los intereses mercantilistas a los cuales él representaba, no escatimando el daño político que hacían a las futuras generaciones, deciden redactar una nueva constitución que aborta los ideales iluministas y rescata el oscurantismo del imperio español y su leyes mercantilistas, es a partir de ese momento cuando por vez primera en una constitución venezolana se establecerá la propiedad del subsuelo para el estado, y no para los ciudadanos, muriendo allí las libertades económicas, hasta la constitución del 61, suspendidas tres días después y por decreto de Rómulo Betancourt hasta el sol de hoy, porque en la constitución del 99 nunca aparecieron siquiera.

Obligados al exilio Juan Germán Roscio, Andrés Bello, entre otros notables liberales clásicos venezolanos, el país quedó huérfano de ideas liberales, y por tanto condenado a la herencia estatista, que luego se manifestó en caudillismo a lo largo del siglo XIX, y mantiene aún efectos en pleno siglo XXI. El nepotismo practicado por cada gobernante venezolano a lo largo de toda su historia independiente no es casual, es parte de la misma herencia de envilecimiento político de la corona española, y sus prácticas monopólicas.

Habrá quien me pretenda refutar por el uso del término “liberal” y recordarme el episodio de guerra civil, sin embargo; los nombres de los bandos en disputa no eran más que excusas para levantar una bandera para imponer su propio caudillismo; nunca ninguno de ellos pretendió realmente pelear por libertades económicas, políticas o civiles.

El siglo XX trajo consigo destellos de iluministas entre los que se destacan las actuaciones de Germán Borregales, Renny Ottolina, Carlos Rangel, entre otros notables defensores de las ideas liberales clásicas EN NUESTRO PAÍS. Sin embargo, fuimos víctima de la exacerbación del estatismo, pasando de su etapa mercantilista a la socialista y medio siglo después, inevitablemente al comunismo.

La etapa comunista en Venezuela sobrevino gracias a las ideas, mitos y realidades absurdas, que equivocadamente se albergaron en las mentes de nuestros padres y abuelos, producto por supuesto de la herencia estatista, pero no justificada por cuanto el mundo en el siglo XX ya contaba con suficiente prueba de la imposibilidad de tales ideas, y que con ello se alimentaban los vicios económicos y políticos. Nuestros padres, ya sea por omisión, o por acción, son directamente responsables de la desgracia que hoy se vive, de la cual nosotros hemos tenido que pagar con sangre y mucho dolor.

La globalización y la revolución de la informática han generado un encuentro de mundos donde ha sido más fácil el hacer contraste entre las ideas estatistas y las ideas liberales clásicas, las nuevas generaciones tienen acceso a realidades más allá de sus propias fronteras, por lo cual, pueden cuestionar el sistema estatista con mayor argumentación, y ejemplos de pragmatismo. Hoy día nuestros jóvenes pueden refutar a cualquier mercader de miseria socialista aludiendo al simple ejemplo de las coreas, el norte bajo el sistema estatista, plagado de miserias y muerte, el sur con el sistema de libertades económicas, y políticas, rebosante de prosperidad, vida y libertad.

Votar con los pies ha sido el ejemplo pragmático más evidente del fracaso del estatismo, ya sea mercantilista o socialista, grandes masas de gentes emigran hacia los sistemas liberales clásicos, huyendo de la muerte y la miseria estatista. Hoy día los promotores del estatismo buscan reconfigurar su accionar político debido su bancarrota intelectual, han optado por esconderse tras otros nombres, incluso hasta se han hecho llamar “LIBERALES” y hablan en nombre del “PROGRESO”. Reconocer a estos falsos profetas es cuestión de lógica básica y detalles en su discursiva; será falso liberal aquel que hablando en nombre del progreso, banaliza las ideologías, defiende todo lo antinatural, plantea excusas para algún tipo de control económico, y evade la necesidad de reducir al estado solo a sus funciones propias de seguridad, justicia y obras de carácter público.

Nuestro futuro está en manos de la nueva generación, la que rechaza el statu quo, esa misma que ha comenzado a cuestionar su realidad y las “verdades” marxistas, estamos hablando de una generación que no criminaliza al empresario y la propiedad privada de los medios de producción, jóvenes ajenos a la discursiva populista. La actual generación se prepara para asumir un proceso político devolucionario, es decir; devolver a los ciudadanos lo que el estatismo les robó –comenzando por la propiedad del subsuelopara empoderarlos y llevarlos a una nueva sociedad de hombres realmente libres y prósperos.

 El éxito de nuestra juventud y el futuro de las nuevas generaciones dependen de varios factores, entre ellos de uno muy importante, que las generaciones pasadas, esas que auspiciaron la tragedia actual, – por acción u omisión- no se transformen en muro de contención ideológico a los cambios por venir. Así como la juventud ha de asumir la responsabilidad histórica que tienen para con sus hermanitos, futuros hijos, y nietos; así mismo es necesario que la generación pasada asuma su responsabilidad por la tragedia y no estorbe en el camino de salida.

Derrocar por completo la mentalidad estatista no ha sido fácil, sin embargo; ya se comienzan a ver frutos de mucho trabajo hecho al respecto. La propiedad privada como única esperanza para los pobres es al mismo tiempo condición necesaria para la libertad, en conjunto con un sistema jurídico que limite el poder del estado. De allí parten las bases de la riqueza y la derrota cultural del estatismo. 

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